El Prat, al borde de su capacidad con más de 50 millones de pasajeros

El aeropuerto de Barcelona-El Prat, uno de los principales nodos de conectividad en Europa, cierra 2024 con cifras históricas y un reto a la vista: ha superado los 50,9 millones de pasajeros en los primeros once meses del año, rozando su límite de capacidad operativa establecido en 55 millones. Este hito refleja el éxito del sector aéreo en la región, pero también pone sobre la mesa una problemática que no se puede seguir ignorando: la necesidad de una ampliación que aún está rodeada de incertidumbre política.

aereopuerto de barcelona

Un 2024 de récord

Desde enero hasta noviembre, el tráfico de pasajeros en El Prat ha crecido un 10,7% respecto al mismo periodo de 2023, consolidando su papel como un punto estratégico para vuelos comerciales. Los viajeros internacionales lideran esta tendencia, con 37,7 millones de pasajeros, un aumento del 13% en comparación al año anterior. En cuanto al tráfico nacional, la cifra asciende a 13,1 millones, lo que supone un crecimiento del 4,5%.

El mes de noviembre no fue la excepción. Con 4 millones de pasajeros, registró un incremento del 5,7% respecto al mismo mes de 2023, marcando un nuevo récord para noviembre. Este crecimiento incesante sugiere que diciembre, históricamente un mes de alta afluencia, podría superar los 3,8 millones de usuarios registrados en 2023.

Un límite que no puede ignorarse

A pesar de los buenos resultados, la saturación de la infraestructura plantea un desafío. El umbral de 55 millones de pasajeros anuales que Aena considera como el techo técnico para mantener la agilidad de los servicios parece estar a punto de rebasarse. Aunque el operador asegura que superar esta cifra no implica un colapso inmediato, sí reconoce que un volumen superior podría afectar la fiabilidad y eficiencia del aeropuerto.

La situación genera presión no solo para optimizar los servicios existentes, sino también para reabrir el debate sobre la ampliación de las instalaciones, una cuestión que lleva años en el limbo político.

La ampliación: ¿una solución o un nuevo conflicto?

El president Salvador Illa ha puesto en la agenda pública la necesidad de desbloquear el proyecto de ampliación del aeropuerto, que incluye la construcción de una terminal satélite y el alargamiento de una de las pistas. Este plan, presentado por Aena en 2021 con una inversión de 1.700 millones de euros, se encuentra paralizado por las tensiones entre las distintas fuerzas políticas en Cataluña.

Por un lado, Illa considera la ampliación como un proyecto «esencial para Cataluña y la economía catalana». Sin embargo, sus socios de gobierno, ERC y los comunes, se oponen a esta medida debido al impacto ambiental que podría generar en el delta del Llobregat, una zona protegida de gran valor ecológico.

El dilema no solo enfrenta prioridades económicas y medioambientales, sino que también pone a prueba la capacidad de Illa para equilibrar intereses en un contexto político complicado. Su frágil mayoría en el Parlament depende de mantener buenas relaciones con ERC y comunes, especialmente con los presupuestos de 2025 en juego.

Un aeropuerto clave para la economía catalana

El aeropuerto de Barcelona-El Prat no es solo una infraestructura estratégica; también es un motor económico para Cataluña. Su capacidad de conectar la región con destinos internacionales y atraer turismo es fundamental para el desarrollo de sectores como la hostelería, los negocios y la logística.

Sin embargo, sin una ampliación, El Prat corre el riesgo de perder competitividad frente a otros grandes aeropuertos europeos. Actualmente, su limitación para operar vuelos transoceánicos con aviones de gran capacidad es un punto débil que podría repercutir en la economía regional a largo plazo.

¿Qué sigue para El Prat?

Con el cierre de 2024 a la vuelta de la esquina, el aeropuerto enfrenta un dilema: seguir creciendo dentro de los límites actuales o tomar medidas audaces para expandirse. La presión para encontrar una solución sostenible e inclusiva crece, pero el futuro sigue siendo incierto mientras las decisiones políticas no avancen.

Si algo está claro, es que el debate sobre el futuro de El Prat no puede seguir postergándose. La infraestructura necesita adaptarse a las demandas del presente y del futuro, equilibrando desarrollo económico con la protección del medioambiente.